BIENVENIDOS AL BLOG DEL AYUNTAMIENTO DE BELALCÁZAR

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RUTA DE LOS ESCUDOS EN FACHADAS Y PORTADAS DE BELALCÁZAR

Las piezas heráldicas constituyen de por sí una obra de arte, y son en realidad, elementos artísticos que fueron tallados por manos de artesanos, generalmente autóctonos. El conjunto heráldico de Belalcázar forma un esplendido ejemplo de la imaginería de aquellos artesanos que cincelaban sus diferentes piezas directamente en la pared, ya que rara vez se trasladaba el elemento desde el taller a su lugar de ubicación. Uno de los atractivos más sorprendentes de Belalcázar es su valiosísima ruta de los escudos. En ellos podrán observar la historia de quiénes han habitado esta bonita localidad durante los últimos siglos, además de admirar su gran valor artístico.



Distancia del recorrido: 2,9 Km.
Dificultad: Fácil, recorrido circular por Belalcázar
Para hacer la ruta por libre

1.-  Escudo Ayuntamiento de Belalcázar:
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: s. XVII.
Estilo: Barroco.

Descripción:
Escudo con boca cuadrangular redondeada y sobre campo sencillo, cuatro fajas cargadas de tres estrellas cada una, alternadas con dos fajas lisas y en el centro del escudo, una
escena bélica en la que un guerrero cristiano persigue a
varios jinetes musulmanes, al tiempo que su caballo pasa
por encima de varios cuerpos agonizantes.
El escudo va sobre cartela de discretos rollos.
Historia de la pieza:
Se ha buscado información acerca de este escudo y su
procedencia, pero se desconoce cómo vino a parar al
ayuntamiento. Al carecer de timbre, tampoco se puede
apuntar si corresponde a un título nobiliario o a un hidalgo.
Parece ser un ejemplar del siglo XVII, según se deduce
de varios elementos, como la cartela, aún muy simple y
limitada a la representación en los flancos y bajo la punta
de discretos rollos, pequeños y de escaso relieve. Por otra
parte, la cronología temprana dentro del barroco, estilo
determinado por el tipo de cartela, inusual anteriormente,
se puede dar por la simplificación de piezas y figuras,
además del carácter narrativo de la escena. Esto es algo que
llama la atención desde el punto de vista histórico-artístico:
no da lugar a una interpretación de piezas o figuras, sino que
detalladamente se nos ofrece una escena de guerra entre
musulmanes y cristianos. Efectivamente, a nuestra derecha
vemos cómo el señor medieval cristiano, cabalgando sobre
un caballo lanzado al galope, enarbolando una lanza y
sujetando el escudo, arremete contra unos musulmanes,
pisoteando con el caballo a uno que ha caído, mientras
que a nuestra izquierda un grupo de sus enemigos salen
huyendo, también a caballo y alzando los pendones en los
que se distingue la media luna. Curiosamente, se puede
comprobar cómo el artista se ha tenido que sujetar al marco
y, queriendo dejar palpable la superioridad y valentía del
cristiano, esculpe varios musulmanes que huyen galopando.
Sin embargo al no tener espacio suficiente, corta las figuras
y muestra, por ejemplo, sólo media cabalgadura de uno
de ellos. Este detalle denota un interés esencialmente
narrativo por parte el artista, si bien comprobamos cierta
tosquedad en la talla, apreciable, por citar un ejemplo, en la
traza de las estrellas.

2.- Escudo Calle Blas Infante, 2
 Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: s. XVIII.

Estilo: Barroco.

Descrip
ción:
Escudo con boca mixtilínea y, sobre campo cuartelado:
1º) Cinco hachas puestas en sotuer.
2º) La cabeza del enemigo, con barba y bigote, sujetada por
los pelos por un brazo moviente del flanco siniestro.
3º) Un águila con la cabeza girada hacia siniestra.
4º) Un castillo donjonado, siniestrado de un león rampante.
El escudo va sobre cartela de rollos y de él penden
lambrequines. Por timbre, un casco empenechado de
frente, con la visera caída.
Historia de la pieza:
Este escudo perteneció a uno de los linajes de más
renombre en Belalcázar, que fue el de los Morillo-Velarde
y cuyas ramas se hallan representadas en otros blasones
repartidos por varias casas de la villa. Concretamente, el
que ahora se recoge, fechado en el XVIII por su aparatosa
cartela, cuajada de carnosas volutas y grandes rollos hacia la
punta y el jefe, presenta la particularidad de mostrar el casco
de frente; característica totalmente extraña a la heráldica en
la provincia de Córdoba, siendo éste uno de los escasísimos
ejemplares que muestran el casco con esta colocación, ya
que lo usual es verlo de pefil hacia la diestra y, a veces, hacia
siniestra. También hay que destacar el magnífico penacho
de plumas, así como el depliegue de vistosos lambrequines
en doble hilera sobre el jefe y cayendo por los lados hasta
la misma punta. El hecho de no haber puesto únicamente
el casco, sino haber descendido en la representación del
caballero hasta la parte superior del peto, hace que adquiera
mayor prestancia esta parte, cobrando gran relevancia el
conjunto.
Otra singularidad que merece reseñarse es que el escudo
figura encuadrado por una moldura doble. Esto proviene
de una particularidad en la zona de los Pedroches y es el uso,
hasta fecha muy avanzada, del alfiz para encuadrar puertas
y ventanas, como signo distintivo y para imprimir cierta
monumentalidad al edificio; elemento que llegará hasta el
siglo XIX, utilizándose, por supuesto, durante la Baja Edad
Media y la Edad Moderna. No veremos, por tanto, en el
norte de la provincia las ornamentales portadas barrocas
típicas del sur, sino unas mucho más sencillas, pero no por
ello exentas de valor histórico-artístico. Así sucede en este
ejemplar de la antigua casa solariega de los Morillo Velarde.
No cabe una fachada más simple, pero va a marcar la pauta
de las casas solariegas del entorno: No excede los dos pisos
en altura, mostrando sencillas ventanas, casi a ras de suelo
en el piso bajo y ventanucos en el superior para ventilación
del almacén al que se dedica la planta alta. Toda la fachada
aparece encalada y el único elemento que se muestra en
piedra sillar bien tallada en granito es la portada. Ésta se
compone de un vano adintelado entre sencillas jambas,
mostrando un anchísimo dintel recuadrado por destacado
molduraje a modo de alfiz, el cual se adapta e incluye
dentro de sí al gran blasón, que luce en la parte central,
sobresaliendo por la zona superior de forma notable. Sin
transición, justamente tangente al escudo, queda una
simple ventana. Este esquema gozará de gran acogida
en el norte de la provincia y lo veremos repetido hasta la
extenuación, siendo en realidad una transposición del
esquema de portada-balcón que se ve en el sur. Frente al
carácter ornamental y exhibicionista de este último, nos
encontramos con el sencillo binomio portada-ventana de
la zona del norte. Estas residencias señoriales tienden a ser
construcciones sin elementos arquitectónicos reseñables,
como escaleras, portadas, balcones, bóvedas, cúpulas, etc.,
que podrían acercarlas más a la denominación de casas
palaciegas. Por el contrario, tienen un marcado carácter
rústico y sencillo. Únicamente denotan su importancia
por esas portadas en granito con gran escudo nobiliario
y por su extraordinaria extensión, utilizándose tanto para
vivienda de los señores como para labor.


3.- Escudos Calle Blas Infante, 15
1
 Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Segunda mitad del siglo XV.

Estilo: Gótico.
 


Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y, sobre campo sencillo, una
banda y una cadena de ocho eslabones puesta en orla. Al
timbre, una corona. Armas de los Zúñiga.
Historia de la pieza:
El escudo de los Zúñiga figura descrito con sus esmaltes de
la siguiente manera: de plata la banda de sable y la cadena
de oro de ocho eslabones puesta en orla. Su presencia aquí
queda justificada por tratarse del escudo de doña Elvira
de Zúñiga, condesa de Belalcázar por su matrimonio
con Alfonso I de Sotomayor. Esta inmueble albergó la
Administración de la Casa de Osuna y, al parecer, los escudos
que figuran en la fachada labrados en piedra proceden del
castillo (V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la
provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba,
1981, t. 1, p. 231). No hay más que ver el enorme parecido
entre estos y los que aún decoran las finas columnillas que
sirven de soporte a los grandes ventanales de traza gótica
que se contemplan en el castillo. Se ha fijado la cronología
de estos escudos, teniendo en cuenta los paralelismos
con los que aparecen en la iglesia parroquial de San Juan
Bautista de Hinojosa del Duque, concretamente en una
ventana al exterior junto a la sacristía, pertenecientes a los
Zúñiga y Sotomayor y que pueden ser fechados en 1531
por la inscripción. Sin embargo, los de la calle Blas Infante
son anteriores, según se deduce de sus compañeros que
aún se encuentran en su ubicación original en el castillo
(veáse las fichas correspondientes a éstos).
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido
por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la
Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa,
entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de
Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la
batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de
sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá
favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues
a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte
de esta familia, empezando por el propio castillo, mole
granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde
primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada
del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los
franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina,
dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre
II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber
sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito
franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación
de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento
eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo
e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar
a través de su propio matrimonio con doña Leonor de
Guzmán, hija de los condes de Niebla. Mediante propicios
entronques de los titulares del condado con linajes del
más elevado rango de la sociedad del momento, dicho
condado alcanzará con el paso del tiempo el título de
ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre
se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su
hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga
hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde
de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas
más ilustres, cuyos estados se centraban en Extremadura.
Comienza así una relación entres los Stúñiga y los
Sotomayor que recibirá su impulso definitivo a principios
del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la
fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
Arquitectónicamente, la casa muestra una extensa fachada
a la calle Blas Infante, una de las arterias más importantes
de Belalcázar. Se distribuye en torno a dos plantas
que, en conjunto, carecen de elementos ornamentales
sobresalientes. En la baja se encuentra la sencilla entrada,
con simple marco adintelado y la antigua entrada de
carruajes, recercada de piedra granítica. Dos ventanales
que arrancan del zócalo iluminan las estancias que dan a la
calle. En la planta alta tan sólo se encuentran dos ventanales
no muy grandes y el balcón, también dentro de ese estilo
sobrio propio del norte, y donde únicamente destaca el
gran balcón de forja. Entre estos vanos se colocaron un
total de cinco escudos nobiliarios, más dos piezas talladas
en relieve con la forma de la cruz sobre el orbe y una cartela,
que quedaron dispuestas en ambos extremos de la fachada.
Además del escudo aquí recogido de Zúñiga o Stúñiga, se
encuentran los ejemplares correspondientes al linaje de los
Enríquez y los Sotomayor.

2
 Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Segunda mitad del siglo XV.

Estilo: Gótico.
 


Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y sobre campo partido, dos
castillos donjonados de tres piezas de lo mismo, mantelado
un león coronado. Armas de Enríquez.
Historia de la pieza:
Fernández Béthencourt blasona las armas de los Enríquez
de la siguiente manera: “Sevilla.- De gules dos castillos de
oro, donjonados de tres piezas de lo mismo; mantelado de
plata el león de gules, coronado de oro, que es Enríquez”;
(FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F. Historia
genealógica y heráldica de la Monarquía Española. Casa
Real y Grandes de España. Ed. Fabiola de Publicaciones
Hispalenses. Sevilla, 2003, t. 6, p. 191).
Es muy posible que estas armas de los Enríquez en
Belalcázar sean las más antiguas que se conservan en toda
la provincia de Córdoba. Posteriormente, ya en los siglos
XVII y XVIII fueron representadas en construcciones
barrocas, pudiendo contemplarlas, junto con otras, en el
escudo de los duques de Medinaceli, por ejemplo, en la
ermita de Jesús de las Penas de Encinas Reales. Sin embargo,
éste es sólo un caso de los abundantes en los que aparece
este linaje de los Enríquez, pudiendo encontrarlo también
en el castillo de Cabra o en la iglesia de Nuestra Señora del
Carmen, en Lucena. Sin embargo, hemos de insistir en que
la importancia del escudo que aquí traemos de Belalcázar
es único en cuanto que se trata del más antiguo visto hasta
ahora de dicho linaje. Como se puede comprobar, las armas
de Enríquez aparecen solas en un solo escudo, marcando el
inicio de lo que será un claro ascenso en la escala social de
la familia que llegará a entroncar directamente con la casa
ducal de Medinaceli.
Una nota curiosa en relación a la pieza es la representación
del león, que no aparece totalmente rampante, puesto que la
mano izquieda apoya en el suelo, pero no por ello se puede
calificar como pasante, ya que la contraria está alzada.
Este blasón tiene la misma cronología que los otros dos
que aparecen en la fachada y, como se ha indicado, los tres
se encuentran repetidos. Representan al linaje de Zúñiga,
Enríquez y Sotomayor, relacionados por el matrimonio de
doña Elvira de Zúñiga con Alfonso I de Sotomayor, conde
de Belalcázar. Este inmueble albergó la Administración
de la Casa de Osuna y, al parecer, los escudos que figuran
en la fachada labrados en piedra proceden del castillo
(V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la provincia
de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p.
231). No hay más que ver el enorme parecido entre estos
y los que aún decoran las finas columnillas que sirven de
soporte a los grandes ventanales de traza gótica que se
contemplan en la fortaleza. Se ha fijado la cronología de
estos escudos, teniendo en cuenta que los que aparecen en
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Hinojosa del
Duque, concretamente en una ventana al exterior junto a la
sacristía, pertenecientes a los Zúñiga y Sotomayor, pueden
ser fechados en 1531 por la inscripción. Sin embargo, los
de la calle Blas Infante son anteriores, según se deduce de
sus compañeros que aún se encuentran en su ubicación
original en el castillo (veáse las fichas correspondientes a
éstos).
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido
por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la
Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa,
entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de
Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la
batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de
sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá
favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues
a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte
de esta familia, empezando por el propio castillo, mole
granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde
primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada
del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los
franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina,
dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre
II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber
sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito
franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación
de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento
eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo
e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar
a través de su propio matrimonio con doña Leonor de
Guzmán, hija de los condes de Niebla. Mediante propicios
entronques de los titulares del condado con linajes del
más elevado rango de la sociedad del momento, dicho
condado alcanzará con el paso del tiempo el título de
ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre
se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su
hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga
hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde
de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas
más ilustres, cuyos estados se centraban en Extremadura.
Comienza así una relación entres los Stúñiga y los
Sotomayor que recibirá su impulso definitivo a principios
del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la
Calle Blas Infante, 15 (2) Armas de Enríquez
fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
Arquitectónicamente, la casa muestra una extensa fachada
a la calle Blas Infante, una de las arterias más importantes
de Belalcázar. Se distribuye en torno a dos plantas
que, en conjunto, carecen de elementos ornamentales
sobresalientes. En la baja se encuentra la sencilla entrada,
con simple marco adintelado y la antigua entrada de
carruajes, recercada de piedra granítica. Dos ventanales
que arrancan del zócalo iluminan las estancias que dan a la
calle. En la planta alta tan sólo se encuentran dos ventanales
no muy grandes y el balcón, también dentro de ese estilo
sobrio propio del norte, y donde únicamente destaca el
gran balcón de forja. Entre estos vanos se colocaron un
total de cinco escudos nobiliarios, más dos piezas talladas
en relieve con la forma de la cruz sobre el orbe y una cartela,
que quedaron dispuestas en ambos extremos de la fachada.

3
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Segunda mitad del siglo XV.

Estilo: Gótico.
 


Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y sobre campo sencillo, seis
fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
Historia de la pieza:
Este inmueble albergó la Administración de la Casa de
Osuna y todo apunta a que los seis escudos que aparecen
en su fachada, repetidos tres de ellos, proceden del castillo
(V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la provincia
de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t.
1, p. 231), donde, efectivamente, se encuentran algunos
muy similares adosados a las columnillas de los ventanales
góticos.
Este blasón tiene la misma cronología que los otros dos
que aparecen en la fachada y se pueden datar en la segunda
mitad del XV, siendo de los más antiguos de la provincia
correspondientes a estos linajes, que son los de Zúñiga,
Enríquez y Sotomayor, relacionados por el matrimonio de
doña Elvira de Zúñiga con Alfonso I de Sotomayor, conde
de Belalcázar.
Como paralelismo con el escudo que aquí recogemos se
pueden citar en la propia Córdoba, las armas de Sotomayor
en la portada del templo del Hospital de Jesús Crucificado,
fundación de esta familia. Se ha fijado la cronología de
estos escudos, teniendo en cuenta que los que aparecen en
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Hinojosa del
Duque, concretamente en una ventana al exterior junto a la
sacristía, pertenecientes a los Zúñiga y Sotomayor, pueden
ser fechados en 1531 por la inscripción. Sin embargo, los
de la calle Blas Infante son anteriores, según se deduce de
sus compañeros que aún se encuentran en su ubicación
original en el castillo (veáse las fichas correspondientes a
éstos).
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido
por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la
Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa,
entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de
Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la
batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de
sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá
favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues
a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte
de esta familia, empezando por el propio castillo, mole
granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde
primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada
del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los
franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina,
dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre
II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber
sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito
franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación
de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento
eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo
e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar
a través de su propio matrimonio con doña Leonor de
Guzmán, hija de los condes de Niebla. Mediante propicios
entronques de los titulares del condado con linajes del
más elevado rango de la sociedad del momento, dicho
condado alcanzará con el paso del tiempo el título de
ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre
se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su
hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga
hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde
de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas
más ilustres, cuyos estados se centraban en Extremadura.
Comienza así una relación entres los Stúñiga y los
Sotomayor que recibirá su impulso definitivo a principios
del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la
fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
Arquitectónicamente, la casa muestra una extensa fachada
a la calle Blas Infante, una de las arterias más importantes
de Belalcázar. Se distribuye en torno a dos plantas
que, en conjunto, carecen de elementos ornamentales
sobresalientes. En la baja se encuentra la sencilla entrada,
con simple marco adintelado y la antigua entrada de
carruajes, recercada de piedra granítica. Dos ventanales
que arrancan del zócalo iluminan las estancias que dan a la
calle. En la planta alta tan sólo se encuentran dos ventanales
no muy grandes y el balcón, también dentro de ese estilo
sobrio propio del norte, y donde únicamente destaca el
gran balcón de forja. Entre estos vanos se colocaron un
total de cinco escudos nobiliarios, más dos piezas talladas
en relieve con la forma de la cruz sobre el orbe y una cartela,
que quedaron dispuestas en ambos extremos de la fachada.


4.-Escudos Calle Blas Infante, 28
1.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
 


Descripción:
Escudo con boca cuadrangular apuntada y sobre campo
cuartelado:
1º) Cinco estrellas puestas en sotuer.
2º) Cuartelado: 1) y 4) Una cruz potenzada; 2) y 3) Tres
fajas cortadas.
3º) Cuatro cantones sin trazar: 1) y 4) Una torre mazonada
y donjonada; 2) y 3) un león rampante.
4º) Seis cabezas de bueyes (tres, dos y una) y en el centro
del cuartel, una rejilla (?).
El escudo va sobre una cartela decorada bajo la punta con
dos cornucopias de las que salen dos rostros infantiles. Al
timbre, un casco empenechado, situado de perfil hacia la
diestra, con la visera levantada dejando ver siete rejillas.
Penden del casco los lambrequines en forma de plumas
que caen hasta la mitad del escudo.
Historia de la pieza:
Este escudo no ha sido identificado. La técnica de la labra es
algo tosca, como se aprecia, por ejemplo, en los leones del
tercer cuartel, así como en los elementos que componen el
ornamento externo.
Esta casa solariega ocupa un extenso solar estratégicamente
situado, porque hace esquina con la calle Blas Infante,
principal arteria del entramado viario, y la calle Soto
Alvarado. La fachada, posiblemente reformada a fines del
siglo XIX o comienzos del XX reutilizando los antiguos
escudos, sigue las líneas tradicionales en los Pedroches,
con estructura en dos plantas y aspecto general sobrio y
contenido. Así, su larga fachada muestra un zócalo granítico
de escasa altura, del que arrancan los grandes ventanales
bajos, entre los que se encuentra la puerta, simplemente
recercada en piedra. En la planta alta se abren grandes
balcones simétricamente dispuestos, cuyas sencillas líneas
sólo muestran un ligero incurvamiento en el dintel y la
labor de forja. Sobre el blanco paramento destacan los dos
escudos, justamente por debajo de la cornisa. Igualmente,
cabe señalar los sillares en esquina para reforzar ésta.

2.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
 


Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y sobre campo sencillo una
torre mazonada y donjonada, adiestrada de un caballo
rampante y siniestrada de una escala apoyada en ella. En la
torre superior asoma la cabeza de un musulmán tocado con
turbante, mientras que aparecen otras cuatro cabezas más,
una en la punta del escudo, otra a la diestra de la escala y dos
más en los cuarteles superiores.
El escudo va sobre una cartela decorada bajo la punta con
dos rollos. Al timbre, un casco empenechado, situado de
perfil hacia la diestra, con la visera levantada dejando ver
cinco rejillas. Junto al casco nacen dos rollos en forma de
pronunciadas volutas y el arranque de los lambrequines.
Historia de la pieza:
Se puede establecer un paralelismo entre este escudo y el
de la calle Fray Ramírez Arias, nº 4, concretamente con el
que aparece a la derecha de la fachada y que perteneció,
junto con su compañero, a los Morillo Velarde, ya que ésta
fue una de las casas solariegas de esta familia. Por todo ello
y dada la gran semejanza en las figuras, con la excepción
de que en el que ahora recogemos aparece un caballo en
el lugar en que en el otro figuraba una escala, y que ha
desaparecido la bordura cargada de sotueres, se podría
afirmar que se trata del escudo de los Morillo, sólo que éste
de la calle Blas Infante parece de cronología algo posterior,
basándonos en la simplificación de la cartela, de la que han
desaparecido prácticamente los vistosos lambrequines del
otro ejemplar.
El escudo de los Morillo de la calle Blas Infante muestra la
misma técnica que su compañero, bastante ruda en cuanto
que los rostros aparecen sin apenas tratamiento, como
también se observa en el caballo o en el casco y ornamentos.
Esta casa solariega ocupa un extenso solar estratégicamente
situado, porque hace esquina con la calle Blas Infante,
principal arteria del entramado viario, y la calle Soto
Alvarado. La fachada, posiblemente reformada a fines del
siglo XIX o comienzos del XX reutilizando los antiguos
escudos, sigue las líneas tradicionales en los Pedroches,
con estructura en dos plantas y aspecto general sobrio y
contenido. Así, su larga fachada muestra un zócalo granítico
de escasa altura, del que arrancan los grandes ventanales
bajos, entre los que se encuentra la puerta, simplemente
recercada en piedra. En la planta alta se abren grandes
balcones simétricamente dispuestos, cuyas sencillas líneas
sólo muestran un ligero incurvamiento en el dintel y la
labor de forja. Sobre el blanco paramento destacan los dos
escudos, justamente por debajo de la cornisa. Igualmente,
cabe señalar los sillares en esquina para reforzar ésta.


5.-Escudos calle San Bernardo 2
1.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
 


Descripción:
Escudo con boca ovalada y sobre campo sencillo, un águila
apoyando sus garras sobre dos lises y siniestrada su cabeza
por una tercera. El escudo lleva acolada la cruz de la Orden
de Calatrava. Bajo la punta, la cabeza de un buey. Al timbre,
un casco empenechado, situado de perfil hacia la diestra,
con la visera levantada dejando ver cinco rejillas. Penden del
casco los lambrequines, adornados con algunos cascabeles
y sobre la punta, figuran dos rollos. Armas de Velarde.
Historia de la pieza:
La casa que originalmente albergarba estos escudos se levantó sobre el solar 

de de una de las familias más notables
de Belalcázar, los Morillo Velarde, linaje que aparece
representado en otros escudos muy importantes en esta
villa, como es el caso de la calle Blas Infante, nº 2.
La antigua casa era una de las más grandes de Belalcázar,
ocupando una enorme extensión. Tanto es así, que
cuando los herederos decidieron derribarla se creó en
el antiguo solar la prolongación de la calle Fray Ramírez
Arias.
En cuanto a la técnica con que fue labrado el escudo
destacaremos el relieve plano, especialmente en los
ornamentos externos (lambrequines, plumas y rollos),
el trazado de la visera mediante simple incisión de las
rejillas, así como la extraña disposición del penacho, ya
que las plumas aparecen horizontalmente y vueltas en sus
extremos. También es muy interesante la cabeza del buey
bajo la punta del escudo.

2.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
 


Descripción:
Escudo con boca ovalada y sobre campo sencillo, una torre
mazonada y donjonada, acostada de dos moros afrontados
y otro asomado a la ventana en forma de arco de medio
punto del segundo cuerpo, el cual está acostado de dos
escalas apoyadas en sus flancos. Bordura cargada de ocho
sotueres.. El escudo lleva acolada la cruz de la Orden de
Calatrava. Bajo la punta, la cabeza de un buey. Al timbre, un
casco empenechado, situado de perfil hacia siniestra, con
la visera levantada dejando ver cinco rejillas. Penden del
casco los lambrequines y, sobre la punta, figuran dos rollos.
Armas de Morillo.
Historia de la pieza:

El segundo escudo de esta fachada destaca su
labra similar al opuesto, plana o con escasa diferenciación
de relieves. Así mismo, se observa la diferente colocación
del casco, que en este caso se halla vuelto hacia siniestra,
lo que según las leyes heráldicas obedecería a un signo
de bastardía, aunque aquí debiéramos tomarlo con cierta
prudencia, puesto que al ser recolocados ambos escudos
no sabemos cuál sería su posición original, y si éste se
ubicaba a la izquierda de la fachada, en lugar de a la derecha
como ahora lo vemos, es posible que se debiera a una libre
interpretación del artista, que para mayor efecto estético
hubiese colocado los cascos enfrentados, como sucede en
numerosas ocasiones. De todas formas, esto es algo que
sólo una investigación en archivos más detenida podría
aclarar en cualquier caso.
Finalmente, no quisiéramos dejar de advertir el carácter
parlante de la pieza, ya que parece evidente que los tres
moros en la torre harían alusión al linaje de los Morillo.
También es interesante la cabeza de buey bajo la punta,
que aparece repetida en el otro ejemplar y cuyo origen
desconocemos, no sabiendo si se trata de un detalle
puramente estético o si entraña un simbolismo asociado
a esta familia. Es un hecho la vinculación histórica de
Belalcázar con la explotación ganadera y su relación con los
caminos de Mesta. De lo que no cabe duda es que se trata
de uno de los escudos más peculiares de esta zona, por su
labra ingenua y anecdótica.


6.- Escudos calle Don Alonso 
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XXI.
Estilo: 



Descripcion:
Escudos familiares de la familia Corpus Barga.
Historia de la pieza:
Casa Grande es como se llama en Belalcázar a la vivienda solariega que la familia del escritor Corpus Barga construyó a finales del siglo XIX y de la que en la actualidad sólo se conserva la fachada. Presenta una portada de piedra coronada con un gran balcón flanqueado por pilastras de granito. Las rejas del piso bajo y las barandas de los balconcillos del alto son convexas. Varias pilastras, un zócalo y un entablamento de piedra resaltan sobre la cal de la fachada. En la última restauración el Ayuntamiento añadió los escudos familiares y la imagen del arcángel San Rafael que antiguamente remataban el conjunto.

7.- Escudo Iglesia de San Francisco de los Mártires.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVI.
Estilo: Renacimiento.
 


Descripción:
Escudo con boca cuadrangular apuntada y sobre campo
cuartelado:
1º) y 4º) Seis fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
2º) y 3º) Dos castillos donjonados de tres piezas de lo
mismo, mantelado un león coronado. Armas de Enríquez.
Al timbre, corona condal.
Historia de la pieza:
Historia de la pieza: Este escudo representa el enlace de don
Gutierre III de Sotomayor (1474-1484) con doña Teresa
Enríquez. Él era hijo de Alfonso I de Sotomayor y de doña
Elvira de Stúñiga, fundadora del convento de Santa Clara
de la Columna en Belalcázar, en tanto que doña Teresa era
hija del almirante de Castilla, primo hermano de Fernando
el Católico (Vid. CABRERA MUÑOZ, E. El condado de
Belalcázar (1444-1518). Aportación al estudio del régimen
señorial en la Baja Edad Media. Monte de Piedad y Caja
de Ahorros. Córdoba, 1977). Ésta última fue quien llevó
a cabo su deseo de fundar el convento de San Francisco
de los Mártires de Marruecos. La bula fue otorgada por
Inocencio VIII el 14 de septiembre de 1486. De aquel
convento sólo queda la iglesia, que ha pasado numerosas
vicisitudes, y hoy urge su restauración inmediata, dado su
lamentable estado y el peligro de derrumbamiento.
Como paralelismos de este blasón podemos citar los
ejemplares ubicados en el castillo y en el inmueble
que ocupó antiguamente la Administración de la Casa
de Osuna, en la calle Blas Infante, 15. En el que aquí
recogemos se trata ya de una simbiosis en la misma pieza
de las armas de los Sotomayor y Enríquez, que en los
otros ejemplos citados aparecían por separado. Reside
su interés, por una parte, en su precisa datación, dado el
conocimiento de las circunstancias de la fundación por
doña Teresa Enríquez, y por otra, en su pertenencia a la
familia condal convirtiéndose así en testimonio de las
importantes empresas artísticas que acometió en Belalcázar
y algunos de los municipios más señalados de los que
integraron dicho condado durante la Baja Edad Media. Al
mismo tiempo, es posible apreciar la evolución que se ha
producido desde el punto de vista de la ciencia del blasón
en cuestión de unos cuantos años. Así, en los paralelismos
más arriba apuntados, los linajes aparecen representados
individualmente: un linaje por cada blasón. En cambio,
en el caso de San Francisco, se observa una evolución al
aparecer dos juntos en el mismo y además, timbrados por
una corona condal mucho más visible.
La historia de esta fundación aparece recogida por varios
autores: V.V.A.A. (Dir.: Bernier Luque, J.). Catálogo
artístico y monumental de la provincia de Córdoba. Diputación
Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p. 223. RAMÍREZ DE
ARELLANO, R. (Con notas de J. Valverde Madrid).
Inventario monumental y artístico de la provincia de
Córdoba. Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba,
1982, pp. 469-470). V.V.A.A. Guía artística de la provincia
de Córdoba. (Dir.: Villar Movellán, A.). Universidad de
Córdoba, 1995, p. 272).
El convento, fundado en 1488, fue concluido en 1490,
aunque después conoció la adición de capillas durante
la segunda mitad del XVI. El interior consta de una sola
nave con cubierta de bóveda de cañón y se trasluce al
exterior mediante la portada que analizaremos con más
detenimiento por estar en ella el escudo que aquí se recoge.
En la fachada se aprecian varios sistemas de aparejo y
diferentes materiales. Así, la parte central que bordea a la
portada figura con grandes sillares de granito, la piedra
característica del entorno, bien trabada aunque de tamaño
no muy regular. En el segundo cuerpo se aprecia un
cambio, pues aparece sillarejo y mampostería, mientras que
la portada fue realizada con ladrillo que debió ser enlucido
y enfoscado originalmente, aunque en la actualidad el
cuerpo aparece bajo encalado y el superior con restos de
enlucido.
Aunque en el lado derecho de la fachada, según nos situamos
frente a ella, se encuentran las casas del pueblo adosadas
perpendicularmente formando la calle San Francisco, lo
cierto es que en el lado contrario se aprecian dos grandes
contrafuertes, el exterior más alto que el interior, que
actúan como contrarresto del muro de carga de la bóveda.
Una pequeña espadaña con arco de medio punto peraltado
se alza entre dichos contrafuertes y la portada. Ésta, obra
ya renacentista, pero con resabios góticos, se compone de
dos cuerpos. El primero alberga la puerta en forma de arco
de medio punto rebajado entre pares de columnas sobre
altos plintos. Los capiteles aparecen sin labrar. Separado
por una cornisa se eleva el segundo cuerpo, con pequeña
hornacina central de medio punto, acompañada por triple
juego de pilastras a cada lado. Cierra la portada en forma de
arco que recuerda mucho el trebolado típico del gótico de
segunda mitad del XV y que tan arraigado se mostró en la
arquitectura realizada bajo los condes de Belalcázar durante
la época de esplendor. Culminando la parte superior de
este arco y albergado por él se halla el escudo. Por encima,
se abrió un óculo, hoy cegado, terminándose la fachada en
piñón. A la derecha sobresale el campanario, levantado con
sillares y alternando huecos de medio punto bien solos,
bien pareados.
A pesar de que los datos históricos dan como cronología el
período que abarca desde 1488 a 1490, hay que señalar que
la portada debió concluirse ya a principios del XVI, porque
responde a esquemas renacentistas, especialmente los dos
cuerpos bajos, y sólo se aprecia el resabio goticista en el
arco que culmina el conjunto.
Desde aquí hacemos una llamada a las autoridades
competentes para que intervengan lo antes posible en este
valioso templo, único testimonio de la rama masculina de
los franciscanos en el entorno a lo que cabría añadir su valor
histórico como fundación de los condes de Belalcázar, que
lo concibieron como panteón familiar. Destacaremos,
como valor complementario, la figura de fray Juan de la
Puebla, quien renunció al título condal para dirigir la Santa
Provincia de los Ángeles de la Orden de franciscanos.
Añadiremos la inquietud de los belalcazareños por evitar
la pérdida irreparable de esta iglesia que para ellos tiene un
valor inestimable al ser un significativo hito de su tradición

religiosa y patrimonial.

8.-Escudo Huerta de San Francisco
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIIII.
Estilo: Barroco.
 


Descripción:
Escudo con boca ovalada y sobre campo cuartelado:
1º) y 4º) Una flor de lis.
2º) y 3º) Un lobo pasante (el del 2º cuartel diestrado y el
del 3º contornado).
Va sobre cartela con pares de tornapuntas en forma de “C”
encima del jefe, bajo la punta y junto a los flancos, y entre
ellas, hojas de acanto y en las esquinas inferiores, dos flores.
Al timbre, un casco empenechado de perfil hacia la diestra,
con la visera levantada dejando ver tres rejillas. En la cimera
un jinete sobre caballo al galope y bajo sus patas delanteras
yacen dos personajes identificados como musulmanes por
el turbante. Entre el casco y la cimera, el grito de guerra:
“Por la Gracia de Dios (en la superior), / si a onrra es mas
su vida / mas peligro verola (?)”. (La última palabra no se
distingue bien por los líquenes).
El grito está inscrito en una cartela soportada por dos aves
que se encuentran sobre los hombros del yelmo.
Historia de la pieza:
No hemos encontrado referencias bibliográficas sobre esta
construcción y su escudo. Se trata de un pequeño edificio
cubierto en su interior con una bóveda. Al exterior es muy
sencillo y sólo ofrece una serie de arcos –de uno a tres en los
muros- trazados en ladrillo, con escasa flecha. La entrada se
efectúa por el lado sur mediante un arco de medio punto
de poca altura. El aparejo de los muros es mampostería
con piedra propia de la zona y refuerzo de las esquinas
mediante sillarejo granítico. La cubierta, a doble vertiente,
es de teja árabe. Lo más interesante del edificio es el balcón
esquinado, en chaflán, hoy muy deteriorado y en estado de
ruina. Es muy llamativa su disposición, aunque carece de
motivos decorativos y el antepecho de hierro es sencillo.
En cuanto al escudo, cabe destacar su originalidad en
tanto que es uno de los escasísimos ejemplares que
hemos encontrado en la provincia con cimera y grito de
guerra, totalmente inusuales en nuestro entorno, según las
muestras que han llegado a nuestros días.
Se desconoce el propietario del escudo, y lo más que se
puede apuntar es que se trataba de un hidalgo, aunque no
de los de antiguo nombramiento, tal y como se deduce del
número de rejillas. Por el ornamento externo, el grito y la
concepción general parece desprenderse que alcanzó su
categoría social por algún mérito en el campo de batalla.
El estilo de la cartela lo sitúa cronológicamente en el XVIII.
Esta pequeña construcción se halla en la parte de huerta que
hoy se conserva junto al monasterio de San Francisco de
los Mártires de Marruecos, que originalmente era mucho
mayor. Es posible que esta casa tuviera un uso relacionado
con la explotación de las tierras de los franciscanos,
sirviendo como almacén o para estabulación, dada las
pequeñas dimensiones del acceso. A primera vista parece
un poco ilógica la presencia de un escudo en un edificio
pequeño y es evidente que no se trataba de una vivienda,
por lo que es posible que fuera trasladado desde otro lugar.
Del convento, fundado en 1488, queda en pie la iglesia. El
edificio que se recoge en esta ficha está muy próximo a ella.


9.-Escudo del Pilar
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Gótico tardío.
 


Descripción:
Pieza labrada en granito con forma trapezoidal, en la que
se han representado unos extraños dibujos en relieve,
tallados a bisel, cuyo significado se ignora. Son símbolos no
figurativos y difícilmente identificables.
Historia de la pieza:
Aunque se viene diciendo que se trata del escudo del
clavero, personaje que o bien se encargaba de la custodia
de las llaves o, perteneciendo a una orden de caballería y
siendo cargo de cierta importancia en ella, era el caballero
que se encargaba de custodiar el castillo o un monasterio;
sin embargo, a pesar de que la pieza parece original y
antigua, no contiene entre sus elementos ninguno que
llame a identificarla como escudo. Más bien, se trata de una
piedra en la que se labraron unos signos cuya interpretación
escapa a nuestro entendimiento.
Justificamos su inclusión en este inventario de escudos por
su antigüedad, su singularidad y la proximidad al castillo de
Belalcázar, con el que hipotéticamente pudo tener algún
vínculo.
Según el actual propietario, durante las obras de
acondicionamiento de esta casa se encontró con la pieza a
la altura del zócalo y decidió reubicarla, tras la conclusión
de las obras, en un lugar más visible, justamente encima de
la puerta.


10.-Escudos Castillo de Belalcázar
1.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: 1450-1483.
Estilo: Gótico tardío.
 


Descripción:
Escudo con boca cuadrangular apuntada y sobre campo
sencillo seis fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
Historia de la pieza:
El escudo pertenece al linaje de los Sotomayor, ya que
fue don Alfonso I de Sotomayor el que llevó a cabo la
mayor parte de la obra del castillo, levantado sobre la
antigua alcazaba de Gafiq, a partir de 1450, aunque él no
vio concluidas las obras, pero sí su esposa doña Elvira
de Stúñiga (fallecida en 1483), cuyo escudo también
aparece representado en distintos lugares del castillo, así
como la cadena alusiva a su linaje empleada como motivo
decorativo, como sucede, por ejemplo, en la torre del
homenaje. Este impresionante castillo motivó que la villa
cambiara su antigua designación de Gahete por Belalcázar
en 1466.
El castillo se construyó con piedra granítica y su finalidad,
más que la meramente defensiva, fue la de convertirse en
un claro exponente del poder de los condes de Belalcázar
y controlar sus extensos dominios, dedicados en un alto
porcentaje a la cría de ganado lanar, formando parte de
los caminos de Mesta que descendían desde Toledo y
Extremadura, atravesando el nordeste de la provincia de
Córdoba, hasta llegar a los valles de la provincia de Sevilla.
La riqueza que aportó este comercio lanar al condado
vino a reforzar el poder alcanzado socialmente tras una
conveniente política de matrimonios concertados con las
familias más importantes del reino, lo que culminó en la
concesión del título de duque de Béjar a don Francisco
(1500-1544).
La ostentación del linaje de los Sotomayor es un hecho
palmario. Baste contemplar en la distancia los enormes
escudos que se repiten por las cuatro fachadas de la torre
del homenaje, que con gran diferencia sobresale por
encima de la fortaleza. Ésta se concibió esencialmente
como castillo-palacio; de ahí que la torre del homenaje
cobre tal protagonismo y adquiera enormes dimensiones,
ya que debía albergar las salas donde el señor no sólo
habitaba, sino que también recibía visitas. El prestigio de su
linaje tenía que quedar, por tanto, bien patente.
Si en el exterior se observan elementos propios del gótico
e incluso del renacimiento, especialmente en aquellas
dependencias levantadas bajo Francisco I, lo cierto es
que se adivinan otros mudéjares, como el uso de alfices
para encuadre de de algunos arcos (véase el de la torre del
homenaje) o el mismo carácter repetitivo de los escudos,
pero sobre todo se aprecia en las salas interiores, tanto por
su decoración con imitación sobre el estuco del aparejo de
sillar, como en algunas bóvedas, así como en la decoración
con yeserías de las que daba testimonio R. Ramírez de
Arellano (Inventario monumental y artístico de la provincia
de Córdoba. Con notas de J. Valverde Madrid. Monte de
Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba, 1982, pp. 462-465).
El castillo está rodeado de una muralla que tiene vestigios
de época musulmana. El núcleo es de planta trapezoidal,
con torres cuadradas en las esquinas y otras de refuerzo
en el centro de cada lienzo, destacando entre todas ellas la
del homenaje, que se ha dicho inspirada en la del Clavero
en Salamanca, de 1470; cargo que ocupó en la Orden de
Alcántara don Francisco de Sotomayor (V.V.A.A. (dir.:
Bernier Luque, J.). Catálogo artístico y monumental de la
provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba,
1981, t. 1, p. 229).
Como paralelismos de este blasón podemos citar los
ejemplares ubicados en las ventanas del propio castillo y en
el inmueble que ocupó antiguamente la Administración de
la Casa de Osuna, en la calle Blas Infante, 15; escudos estos
últimos que al parecer proceden del castillo, al igual que
varios alfarjes decorados y pintados.
Desde aquí nos hacemos eco del deseo de muchos de
que esta soberbia fortaleza sea recuperada y se evite un
deterioro progresivo que lleve a una irreparable ruina.

2.
Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: 1450-1483.
Estilo: Gótico tardío.
 


Descripción:
1. Escudo con boca mixtilínea y, sobre campo sencillo, una
banda y una cadena de ocho eslabones puesta en orla. Al
timbre, corona condal. Armas de los Zúñiga.
2. Escudo con boca ligeramente mixtilínea y sobre campo
sencillo seis fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
Historia de la pieza:
El escudo de los Zúñiga figura descrito con sus esmaltes de
la siguiente manera: de plata la banda de sable y la cadena
de oro de ocho eslabones puesta en orla. Su presencia aquí
queda justificada por tratarse del escudo de doña Elvira
de Zúñiga, condesa de Belalcázar por su matrimonio
con Alfonso I de Sotomayor. Como paralelismos se
pueden señalar los dos ejemplares que se encuentran en
el inmueble que albergó la Administración de la Casa de
Osuna, en la calle Blas Infante, 15, los cuales, al parecer,
proceden del castillo, junto con los otros dos ejemplares
también repetidos de los Sotomayor y los Enríquez
(V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la provincia
de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p.
231). No hay más que ver el enorme parecido entre estos
y los que aún decoran las finas columnillas que sirven de
soporte a los grandes ventanales de traza gótica que se
contemplan en el castillo.
Igualmente, se puede establecer relación con los que
aparecen en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de
Hinojosa del Duque, concretamente en una ventana al
exterior junto a la sacristía, pertenecientes a los Zúñiga
y Sotomayor y que pueden ser fechados en 1531 por la
inscripción. Sin embargo, los del castillo son anteriores,
según se deduce del estilo de las ventanas., muy apegadas
estilísticamente al gótico bajo los Reyes Católicos.
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido
por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la
Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa,
entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de
Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la
batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de
sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá
favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues
a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte
de esta familia, empezando por el propio castillo, mole
granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde
primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada
del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los
franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina,
dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre
II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber
sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito
franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación
de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento
eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo
e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar
a través de su propio matrimonio con doña Leonor
de Guzmán, hija de los condes de Niebla, y, mediante
propicios entronques de los titulares del condado con
linajes del más elevado rango de la sociedad del momento,
dicho condado alcanzará con el paso del tiempo el título de
ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre
se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su
hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga
hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde
de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas más
ilustres, cuyos estados se encontraban en Extremadura.
Comienza así una relación entre los Stúñiga y los Sotomayor
que recibirá su impulso definitivo a principios del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la
fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
El otro escudo pertenece al linaje de los Sotomayor, ya
que fue don Alfonso I de Sotomayor el que llevó a cabo
en su mayor parte la obra del castillo, levantado sobre la
antigua alcazaba de Gafiq, a partir de 1450, aunque él no
vio concluidas las obras, pero sí su esposa doña Elvira
de Stúñiga (fallecida en 1483), cuyo escudo también
aparece representado en distintos lugares del castillo, así
como la cadena alusiva a su linaje empleada como motivo
decorativo, como sucede, por ejemplo, en la torre del
homenaje. Este impresionante castillo motivó que la villa
cambiara su antigua designación de Gahete por Belalcázar
en 1466.
El castillo se construyó con piedra granítica y su finalidad,
más que la meramente defensiva, fue la de convertirse en
un claro exponente del poder de los condes de Belalcázar
y controlar sus extensos dominios, dedicados en un alto
porcentaje a la cría de ganado lanar, formando parte de
los caminos de Mesta que descendían desde Toledo y
Extremadura, atravesando el nordeste de la provincia de
Córdoba, hasta llegar a los valles de la provincia de Sevilla.
La riqueza que aportó este comercio lanar al condado
vino a reforzar el poder alcanzado socialmente tras una
conveniente política de matrimonios concertados con las
familias más importantes del reino, lo que culminó en la
concesión del título de duque de Béjar a don Francisco
(1500-1544).
La ostentación del linaje de los Sotomayor es un hecho
palmario. Baste contemplar en la distancia los enormes
escudos que se repiten por las cuatro fachadas de la torre del
homenaje, que con gran diferencia sobresale por encima
de la fortaleza. Ésta se concibió esencialmente como
castillo-palacio; de ahí que la torre del homenaje cobre tal
protagonismo y adquiera enormes dimensiones, ya que
debía albergar las salas donde el señor no sólo habitaba,
sino también recibía visitas. El prestigio de su linaje tenía
que quedar, por tanto, bien patente.
Si en el exterior se observan elementos propios del gótico
e incluso del renacimiento, especialmente en aquellas
dependencias levantadas bajo Francisco I, lo cierto es
que se adivinan otros mudéjares, como el uso de alfices
para encuadre de algunos arcos (véase el de la torre del
homenaje) o el mismo carácter repetitivo de los escudos,
pero sobre todo se aprecia en las salas interiores, tanto por
su decoración con imitación sobre el estuco del aparejo de
sillar, como sucede en algunas bóvedas, así como por en
la decoración con yeserías de las que daba testimonio R.
Ramírez de Arellano (Inventario monumental y artístico
de la provincia de Córdoba. Con notas de J. Valverde
Madrid. Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba,
1982, pp. 462-465).
El castillo está rodeado de una muralla que tiene vestigios
de época musulmana. El núcleo es de planta trapezoidal,
con torres cuadradas en las esquinas y otras de refuerzo
en el centro de cada lienzo, destacando entre todas ellas la
del homenaje, que se ha dicho inspirada en la del Clavero
en Salamanca, de 1470; cargo que ocupó en la Orden de
Alcántara don Francisco de Sotomayor (V.V.A.A. (Dir.:
Bernier Luque, J.). Catálogo artístico y monumental de la
provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba,
1981, t. 1, p. 229).
Como paralelismos de este blasón podemos señalar
los ejemplares, ya citados, ubicados en las ventanas del
propio castillo y en el inmueble que ocupó antiguamente
la Administración de la Casa de Osuna, en la calle Blas
Infante, 15; escudos estos últimos que parecen proceder
del castillo, al igual que varios alfarjes decorados y pintados.
De todos estos escudos, incluidos los paralelismos, merece
llamar la atención sobre la representación de un orbe
con una cruz y una cartela. Especialmente claro figura
en la calle Blas Infante, 15, puesto que fueron tallados en
piezas independientes. En el castillo aparece este orbe
como elemento de conexión entre el escudo de Zúñiga
y Sotomayor, sin que haya podido ser interpretado su
significado, de carácter evidentemente religioso, al aparecer
la cruz.


DESCARGAR TRIPTICO DE LA RUTA 
 Fuente: Mª Ángeles Jordano Barbudo

1 comentario :

  1. El escudo de la calle Blas Infante, nº 28, el signado con el nº 1, dividido en cuatro cuarteles, presenta en su 4º cuartel no lo que usted pone de las "cabezas de bueyes y enrejado", sino un jaquelado y bordura cargada con cabezas de vaca, siendo las armas parlantes del linaje de CABEZA DE VACA.
    Un saludo.

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